sábado, 2 de julio de 2011

¿Que es la letra?

Seminario 20 Del Goce - pág.29
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Esto quiere decir que la letra surgió primero del mercado, que es típicamente un efecto de discurso, antes de que se le ocurriera a nadie usar letras ¿para hacer qué?, - algo que nada tiene que ver con la connotación del significante, aunque la elabora y perfeccióna. Debería abordarse el asunto a nivel de la historia de cada lengua. Está clarísimo que esa letra que nos perturba, hasta el punto de que la llamamos, Dios sabe por qué, carácter, la letra china, surgió del discurso chino muy antiguo de una manera enteramente distinta de como surgieron las nuestras. Por salir del discurso analítico, las letras que aquí saco tienen un valor diferente de las que pueden salir de la teoría de conjuntos. Su empleo difiere y, sin embargo -esto es lo interesante- no deja de haber cierto vínculo de convergencia. Lo bueno de cualquier efecto de discurso es que está hecho de letra. Todo esto no es más que un esbozo que tendré oportunidad de desarrollar cuando
distinga el uso de la letra en álgebra y el uso de la letra en la teoría de conjuntos. Por lo pronto, quiero sencillamente señalarles lo siguiente: el mundo, a Dios gracias, el mundo, está en descomposición. El mundo, vemos que ya no se sostiene, pues aún en el discurso científico está claro que de él no hay el menor atisbo. A partir del momento en que se puede agregar a los átomos una cosa que se llame el quark, y que éste es el verdadero hilo del discurso científico, tendrán que reconocer a la postre que se trata de otra cosa y no de un mundo. Al fin y al cabo, tienen que ponerse a leer ciertos autores -no diría autores actuales, no les pido que lean a Philippe Sollers, que es ilegible, como yo, por lo demás- pero pueden leer a Joyce, por ejemplo. Allí verán cómo el lenguaje se perfeccióna cuando sabe iugar con la escritura. Admito que Joyce no es legible; ciertamente no se le puede traducir al chino. ¿Qué ocurre en Joyce? Que el significante viene a rellenar como picadillo al significado. Los significantes encajan unos con otros, se combinan, se aglomeran, se entrechocan -lean Finnegan´s Wake- y se produce así algo que, como significado, puede parecer enigmático, pero es realmente lo más cercano a lo que nosotros los analistas, gracias al discurso analítico, tenemos que leer: el lapsus.
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Seminario 18

Avanzar hacia la escritura del sinthome conduce a Lacan a la invención de una nueva categoría: el semblante. Puesto que, respecto a lo real de la letra, el significante es semblante.

Para explicarlo, Lacan parte de un fenómeno de la naturaleza. Los semblantes son naturaleza, las nubes son significantes, la lengua es materia en suspensión y en transformación. Los semblantes, como las nubes, se disuelven y caen en forma de lluvia. Antes de que esto ocurra, no hay más que niebla. Si bien este efecto de ruptura y de chorreo cae de las nubes, no cae del cielo, no es un fenómeno mágico, puede leerse. Del mismo modo, los fenómenos geológicos se descifran, porque el semblante es una categoría que incluye al significante y sus efectos, una conjunción de metáfora y metonimia, en la que el deseo de desliza, en la que el goce se invoca.
¿Cómo se produjo la sustitución del significante por el semblante? El semblante, es propiamente la relación del significante con el significado, dice J.-A. Miller (15). La definición del semblante se deduce de la escritura del algoritmo S/s, transformado por J.-A. Miller en un nuevo algoritmo, que escribe: Real//semblante, con una doble barra, para marcar “la intersección vacía entre lo real y el sentido”, “una relación de exclusión”. En consecuencia, sólo hay semblante con respecto a lo real, un real que equivale al goce que habita lalengua, esos agujeros en la estructura que Lacan evoca en “Lituraterre” como los surcos del abarrancamiento, la huella primitiva del troumatismo de la lengua.
“Lituraterre” se sitúa bajo este algoritmo, real//semblante. Es respuesta a “La instancia de la letra en el inconsciente”, y al “Seminario sobre La Carta robada”. “Lituraterre” alborota el automatón significante escenificado en el cuento de Edgar Allan Poe. Ésta es una lógica en la que fundamentalmente nada se mueve, en la que la letra dirige desde su lugar la compulsión de repetición; su poder de ilectura se muestra a la obra en sus peripecias. La carta se mantiene en reserva en el discurso del Amo; cuando se la quiere dominar, se burla de nosotros; el ministro del cuento de Edgar A. Poe cree tenerla en su poder, y se hace poseer por ella hasta arriesgarse a sus efectos. Efectos de feminización, precisa Lacan. ¿De qué se trataba entonces? De lo que obstaculizaba la lógica del significante, o sea, los efectos de pasividad y de inercia del goce imaginario. En “Lituraterre”, la letra lacaniana abandona la inercia del programa. El escrito de Lacan adquiere la temporalidad del acontecimiento, del instante de ver, de la contingencia, de lo imprevisible, de lo inédito: la letra es allí letra de goce puro, rompe con los semblantes. Es chorreo, ramillete del trazo primero, inédito: “tachadura de ninguna traza que sea de antes” (16).
Es una nueva escritura que parte de la inconsistencia, de la ausencia, de la marca de goce. La barra se desplaza a A, el silencio es S, el paréntesis circunscribe el agujero en el infinito. Lo que no se escribe, el goce que no hace falta, Lacan, en la lógica del no todo, lo escribe S(A/)
En esta orientación, la letra es un agujero real y adquiere un doble aspecto según los modos sexuados del hablante. En la lógica del no-todo fálico, del otro sexo femenino, traduce la ausencia y el fuera de sentido sexual. En la lógica del Uno, universal masculino, marca el centro que Lacan escribe Phi mayúscula, o sea, la castración, un modalidad lógica de lo finito, la de lo imposible de negativizar. La letra no entrega su contenido. Es el mensaje que produjo Edgar Allan Poe acerca de la carta, nos dice Lacan: “Verán que esta carta, de la que hablo desde esta página hasta esta página, soy yo quien la escribió. ¿Sabía acaso lo que hacía? Pues bien, no se lo diré. De lo que hablo es del falo. Y diré incluso más, nunca nadie habló mejor de él.” (17)
La letra es litoral, es agujero y es a, borde de un agujero “pocillo siempre dispuesto a acoger el goce” (18). Es una positividad (término que J.-Alain Miller ha promovido en su curso de este año): anuncia una versión de la escritura, la del nudo borromeo, que da a dicha escritura su autonomía y su estilo.
La letra, ¿acaso no es propiamente litoral? El borde del agujero en el saber que el psicoanálisis designa, justamente, cuando lo aborda, con la letra, ¿no es eso lo que dibuja? (cf. “Lituraterre”)
Dibuja el borde entre centro y ausencia, entre sentido sexual y goce otro. La letra lacaniana es la lúnula de separación entre los sexos, la condición litoral de la relación entre los sexos.

La condición litoral de los sexos
“Eran una vez dos sexos”. Tal era el título del diario Le Monde que proponía a sus lectores la saga del verano sobre el tema masculino/femenino. Cito: “Desde los orígenes hasta los últimos descubrimientos científicos, he aquí todo lo que siempre quiso saber sobre la guerra de los sexos: cómo empezó, lo que ha engendrado, si puede terminar”.
Anuncio prometedor como ninguno. Lacan nos condujo desde los mitos freudianos hasta la sexuación de los seres hablantes; a la formalización de una relación de límite entre goce sexual (saber que toca al inconsciente) y goce fuera del sistema.
“(...) he aquí la novedad de lo que introduzco hoy (…) que sólo por lo escrito se constituye la lógica,” dice Lacan (19). Muestra en esquemas el impasse de los sexos. En la página 142, luego 144, dibuja dos esquemas titulados: “la característica del tercer término”, luego “Esquema del hommoinzin”. El escrito hace uso (fait usage) de capitón y tiene valor de función. El operador gran Phi “hace escrito”, fija la relación del hombre con la mujer sobre la barra. La ausencia de cierre del triángulo fundamental (característica del tercer término) indica la imposibilidad de escribir lo que es la relación sexual, lo que encontramos en forma de impasse, obstáculo, hiancia, en la experiencia analítica. La lógica, dice Lacan, lleva la marca del impasse sexual, algo que el
esquema deja ver. En el goce sexual hay algo que está forcluido y que se satisface sin finalidad sexual. Tomamos conocimiento de ello con un análisis. Contrariamente a lo que se podría creer, no es tanto la sexualidad lo que constituye un problema, con ella cada uno se las arregla; pero lo que se sabe de fuente fiable (es algo vivido), es que uno no se las arregla con el cuerpo, con su goce. Es el cuerpo lo que constituye un enigma para el ser hablante, porque es un acercamiento singular lo que necesitamos permanentemente abordar como una orilla. Sabemos por el discurso de Lacan, o sea, el discurso analítico por él formalizado, que lo escrito es el goce. (20)
J.-A. Miller advirtió que “Lituraterre” se sitúa entre los paradigmas quinto y sexo. Entre el quinto, donde el goce es discursivo, un núcleo cifrable, y el sexto, donde hay ruptura: el goce está fuera de elaboración. En esta configuración donde los límites ya no están claramente situados, la letra litoral viene a fijar el punto de inserción del goce en el semblante.
Lacan menciona el lanzamiento del primer sputnik, acontecimiento que marca una época.
Muestra el uso de la naturaleza de semblante del objeto a. Al igual que el hombre en el espacio tiene necesidad de la cápsula para sobrevivir, se puede decir que el goce, para sobrevivir, también necesita estar encapsulado en un objeto a. Es un problema de supervivencia del goce y, en consecuencia, una “solución de utilidad clínica”.

Del litoral, entre semblante a y sínthome
J.-A. Miller precisa, cito: “A la clínica del al menos uno, del universal (que da importancia a lo particular), hay que oponer la clínica de lo singular” (21).
La clínica del “al menos uno” interesa a la clínica de la neurosis; la histérica demostró sus callejones sin salida. Lacan rinde homenaje a sus capacidades como lógica, las que consisten en circunscribir el goce fuera de lo sexual, convertido en absoluto, como un punto al infinito. Su orientación respecto al goce se hace bajo la égida del Nombre del padre, lo cual tiene como consecuencia su imposibilidad de realizarse como mujer.
En su comentario de “Lituraterre” (curso 1998/99), Eric Laurent situaba el litoral en las operaciones de alienación/separación, mostrando que “Lituraterre” era una teoría de la escritura psicoanalítica que permitía la producción del rasgo único. La separación inscribe el litoral, éste pasa al interior del caos interno de un hablanteser. Se dibuja: $(a S2. El litoral se inscribe como borde de la lúnula, entre el goce y el saber tocante al inconsciente de un sujeto. El trazo se añade, no es unitario, no delimita una frontera en la que todos se encuentran del mismo lado, sino que es trazo único: una heterogeneidad interna y constante.
Eric Laurent extrajo de su curso un escrito titulado “La carta robada y el vuelo sobre la letra” (22), que en su día dio lugar a una conversación apasionante con J.-A. Miller. Se refiere a la teoría del trazo único de pincel del pintor y letrado Shitao, que Lacan estudió con François Cheng (23). Nos pone en situación de comprender que para el psicoanálisis la tachadura no es tachadura del ser filosófico, sino que se acerca a la hazaña de la caligrafía: “tachadura de ninguna traza que venga de antes”. En la caligrafía, la letra ocupa el lugar de una apuesta que se gana con tinta y pincel, “... donde lo singular de la mano aplasta lo universal” (24) Es un trazo inédito. Todavía es preciso hacer aceptar el trazo de uno.
Producir lo singular, eso es lo que puede el psicoanálisis, con el litoral entre semblante y sinthome: entre un “no es eso – es eso”.
Al final de su escrito, y dirigida a nosotros, puede leerse entre líneas una alternativa que podría formularse como sigue: “o el matema, o el imperio de los semblantes”. ¿Habría otra elección?
¿Una lección que no fuera excluyente? ¿Qué es lo que el psicoanálisis quiere hacer pasar? ¿Qué es lo que podría satisfacer? “El discurso analítico pasará si consigue hacer entender su práctica de la no relación sexual”, advertía recientemente J.-A. Miller en su curso. (25)
El analista se orienta mediante una clínica de lo singular. Es una experiencia de litoral, la que Lacan, al sobrevolar la llanura siberiana, evoca mediante los surcos de la erosión. Es ver – de pronto, en un instante – como ve el emigrante al acercarse a la orilla, la terra incognita, el semblante desnudo, el inconsciente desde el goce: ese vasto agujero de libertad que es su lengua.

Traductor: Enric Berenguer
Litoral, Papers 4

1) Lacan J, “Lituraterre”, Autres écrits, Seuil, 2001, p. 18 et livre XVIII, “ Leçon sur Lituraterre ” p. 124
2) Miller J.-A., La Cause freudienne n°62
3) Lacan J, op cit, p. 14 et p. 117
4) Lacan J, El Seminario, libro XX, Aún, p. 47
5) Ibid, p. 49
6) Lacan J, op. cit,, Autres écrits, p. 12
7) Lacan J, op. cit., Aún, p. 45
8) Ibid, p. 49
9) Ibid, p. 48
10)Lacan J, Autres écrits, “ Postface au Séminaire XI ”, p. 504
11) “ Lituraterre ”, p. 18
12) ibid p. 17
13) Opus cit, Autres écrits, cf. 4ème de couverture.
14) Lacan J, op. cit, p. 17
15) Miller J.-A., L’Orientation lacanienne, cours non publié, 1998/99
16) Lacan J, op. cit, p. 16
17) Lacan J, Seminario, Libro XVIII, De un discurso que no fuera del semblante , op. cit., p. 87
18) Ibid..
19) Lacan J, Ibid. p. 60
20) Ibid, p. 119
21) Miller J.-A., La Cause freudienne n°71, leçons 10 et 17 /12/ 2008, “Des Choses de finesse en psychanalyse ”
22) Laurent E, La Cause freudienne, n°43, “La lettre volée et le vol sur la lettre ” ; les cours des 10 /03/99 et
14/04/99 de l’Orientation lacanienne.
23) Nous avons les traces de ces échanges dans l’Ane n°25, février 86, et dans Lacan, l’écrit, l’image, Paris,
Flammarion, 2000.
24) “Lituraterre ”, op. cit.
25) Miller J.-A., cf. cours “Des choses de finesse en psychanalyse ”
http://web.me.com/albertorojas/Cartel_NEL-Lima/Cartel_NEL/Entradas/2010/6/29_Litoral,_entre_saber_y_goce__Respecto_a_la_letra,_el_semblante_-Marie-H%C3%A9l%C3%A8ne_Roch.html

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